Con información y fotografías de la Agencia Informativa Conacyt.
El doctor en ciencias Miguel Ángel Santoyo García-Galiano, profesor investigador del Instituto de Geofísica Unidad Michoacán (IGUM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dedica sus esfuerzos a la investigación de los procesos sismológicos en México para entender sus orígenes y explicar sus efectos.
El investigador de la máxima casa de estudios desarrolla un proyecto en donde estudia la relación espaciotemporal entre los sismos para entender cómo es que este fenómeno describe las propiedades y estructuras del interior de la Tierra, y de esta manera saber cómo afectará la ruptura entre las placas su relación con otros terremotos cercanos al primero, contribuyendo al entendimiento sobre estos inevitables sacudimientos a nivel global.
En la actualidad, existen medios de difusión que modifican la información sobre la sismología, lo cual provoca falsas expectativas y versiones apócrifas sobre la actualidad de esta ciencia al darle cualidades inexistentes o desacreditando aquellas que sí posee.
La exhortación de la comunidad científica para la población general gira en torno al conocimiento de las leyes físicas que rigen estos sismos, así como estar atentos a los canales oficiales para evitar los rumores infundados.
De acuerdo con el Dr. Santoyo, el objetivo de la sismología no es llegar a predecir los sismos; sino entender cómo se generan estos temblores y cómo se propaga la energía producida por la fuente de energía sísmica a través de la tierra, porque con ello se puede conocer la estructura interna a todas las escalas.
Además, sirve para saber cuáles son los procesos que generan los terremotos y, con base en eso, las relaciones entre ellos.
¿Cómo se produce el temblor? Las placas tectónicas son bloques de corteza terrestre, los cuales constantemente están en movimiento. La corteza oceánica, por ejemplo, como es más densa que la corteza continental, se mete por debajo de esta generando fricción entre ellas. Esta subducción en la zona de contacto además no es constante, en la mayoría de las ocasiones ocurre de manera abrupta y a empujones: cada empujón es un sismo. Además, esta fricción no es en un punto sino en toda un área, y dependiendo de esa proporción se produce la magnitud del terremoto. A estos se les conoce como sismos inversos.
Otra situación que produce un temblor es el fenómeno contrario, las placas tectónicas se separan y esto genera una ruptura que se traduce en un terremoto. Algunos bloques se caen y generan sismos de extensión, aquellos que se podrían llamar normales.
La razón por la cual no se pueden predecir los sismos, es porque estos eventos son movimiento repentinos entre dos bloques de roca. Esos movimientos tienen involucrados muchos aspectos físicos de la propia roca. La descripción de la fricción entre ambos bloques puede ser muy compleja porque involucra aspectos propios del material y también las fuerzas externas que están actuando sobre esos dos bloques. Para conocer el momento en que ocurriría un terremoto se necesitarían conocer tanto las fuerzas que están involucradas en ese punto donde se va a romper (las fuerzas externas) como las propiedades internas en la zona de ruptura.
Por ejemplo, en nuestro país está la zona de subducción mexicana, que es donde la placa oceánica que forma parte del piso del mar se está metiendo por debajo del continente, y ese deslizamiento es permanente. Debajo de las cortezas hay corrientes de magma que van transportándola en direcciones contrarias; en el caso de la corteza continental del país, esta se mueve hacia el suroeste, y el piso del mar del Océano Pacífico se mueve hacia el noreste, moviéndose uno contra el otro permanentemente.
El flujo permanente de magma provoca que la placa norteamericana se monte sobre la placa oceánica todo el tiempo. Eso es lo que provoca los sismos en el país. Sin embargo, el Eje Volcánico Transversal Mexicano también genera terremotos por el ascenso del magma que puede producir erupciones volcánicas, lo cual también provoca a veces la ruptura de las rocas debajo de los volcanes.
En la actualidad, no existe un acceso para medir esas propiedades, pues los sismos ocurren a gran profundidad. Además, la Tierra en su conjunto constantemente está en movimiento, y ello provoca transferencia de esfuerzos, es decir que la presión en un área se distribuye en otra; es muy difícil conocer con certeza todos estos esfuerzos porque involucran todo el globo terráqueo. Por eso no es posible predecir los sismos.
El Dr. Migual Ángel, con su investigación, define a la comunicación entre sismo una acción que va más allá de que las fuerzas concentradas entre las placas tectónicas se liberen y relajen cuando se mueven; quiere decir que es mucho más probable que ocurra un terremoto cerca de donde ya ocurrió uno, en comparación de alguna zona donde no haya sido previamente esforzada, como las réplicas..
¿Se podría, entonces, algún día, predecir un terremoto? La única información que los sismólogos tienen para estudiar el interior de la Tierra son los sismogramas, y ellos no son otra cosa más que la medición de cómo se mueve la superficie terrestre.
Crean modelos matemáticos a través de los cuales simulan el movimiento de la tierra provocado por un sismo y comparan lo que realmente sucede con esa simulación matemática. Cuando esas comparaciones coinciden significa que comienzan a acercarnos a entender los procesos por los cuales ocurre un sismo.
La predicción involucraría tres cosas: las características del sismo, el lugar y tamaño del terremoto y, por último, cuándo ocurriría. Quizás algún día sea posible determinar dónde y de qué tamaño sería el próximo temblor, aunque aún se está lejos de saberlo.