El mar sirve como referencia para medir la altura o profundidad de algún punto geográfico. Es ahí cuando decimos que alguna ciudad o montaña está a tanto metros del «nivel del mar». Por ejemplo, la Ciudad de México se encuentra a 2,250 metros sobre el nivel del mar; mientras que Cancún está a sólo 10 metros sobre el nivel del mar.
En nuestro planeta es común referirnos a esta elevación de los océanos, y partir de ahí para saber qué tan alto o bajo estamos en comparación con el nivel de las aguas marítimas. La pregunta es si en otros astros de nuestro sistema solar sucede lo mismo. De acuerdo con la NASA, sí pasa, por lo menos en Titán, una de las 62 lunas de Saturno.

Titán y su nivel del mar
De todas las lunas de Saturno, Titán es el satélite de mayor tamaño y el único conocido que posee, como la Tierra, una atmósfera donde hay oxígeno y nitrógeno. Se ha observado que también hay lluvia, aunque de hidrocarburos; y, aunque ocurre sólo en algunas zonas cada 1000 años, permite observar gases y elementos que forman parte de esta luna.

Gracias a la sonda Cassini, se han obtenido imágenes de un Titán muy parecido a la Tierra; cuenta con un territorio accidentado, formaciones montañosa e, incluso, con algunos sitios que podríamos denominar valles. Igualmente se han visto volvanes de hielo. Con estas características, no es extraño pensar que hay una gran extensión de ríos, pero de etano y metano, no de agua líquida.
Ahora, datos de la sonda Cassini han puesto en evidencia que los mares de Titán se encuentran a una elevación promedio que podríamos denominar también como «nivel del mar».
Alex Hayes, de la Universidad de Cornel, en Ithaca, Nueva York, fue el investigador encargado de este hallazgo. De acuerdo con su artículo publicado en la revista Geophysical Resarch Letters, los mares de Titán mantienen una elevación constante en relación con su gravedad. Este estudio sugiere que los cuerpos líquidos de Titán parecen estar conectados debajo de la superficie por algo similar a un sistema acuífero. Los hidrocarburos, entonces, parecen fluir debajo de la superficie —como sucede con el agua en nuestro planeta bajo las rocas o grava subterránea—, de modo que se comunican entre sí y comparten líquido común.