Ciencia

Parkinson: la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 11 de abril como el Día Mundial del Parkinson; la finalidad es hacer conciencia acerca de este padecimiento y de los problemas a los cuales se enfrentan día a día quienes tienen esta enfermedad. 

¿Y qué es el Parkinson? Es un trastorno neurológico. Esos trastornos son enfermedades del sistema nervioso central y periférico: incluyen cerebro, médula espinal, nervios cranéales, raíces nerviosas, sistema nerviosos autónomo, la placa neuromuscular y los músculos. Algunos de esos padecimientos son la epilepsia, el Alzheimer, migrañas, cefalalgias, esclerosis múltiples y, por supuesto, el Parkinson. Si bien pueden causar algún tipo de malestar emocional o en el comportamiento, son distintos a las enfermedades psiquiátricas o trastornos mentales.

En el caso del Parkinson, las neuronas dopaminérgicas, encargadas de transmitir la dopamina que le cuerpo necesita para moverse y mantener el control del sistema nervioso central, se ven afectadas.  A nivel mundial, el 3 % de la población mayor de 50 años tiene esta enfermedad. Según cálculos de la OMS, para el 2030, la cifra podría duplicarse. En nuestro país, se tenían registrados más de 500 mil casos sólo en 2013. De acuerdo con el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, se estima que hay de entre 40 a 50 casos por cada 100 mil habitantes al año.

Uno de los retos más grandes es determinar de manera temprana a la enfermedad; ya que no se manifiesta de la misma manera en todas las personas. Además, cada individuo reacciona diferente a los tratamientos farmacológicos; por lo cual es necesaria la atención personalizadas. 

No existen fórmulas mágicas

James Parkinson, médico inglés nacido a mediados del siglo XVIII, fue quien describió en Essay on the saking palsy a una «parálisis agitante», enfermedad que más tarde conoceríamos como Parkinson.

Algunos de los síntomas más comunes del Parkinson son: pérdida de olfato; trastorno en la conducta del sueño; estreñimiento; depresión. Aunque los temblores están asociados con esta enfermedad, la realidad es que un quinto de los pacientes no la experimenta y sólo se da cuando el padecimiento está en etapas más avanzadas

Conocer el cuerpo y estar atento a los cambios que presente es una de las mejores maneras de detección temprana; pues como se ha mencionado, los primeros síntomas no están relacionados directamente con la capacidad motriz de las personas. 

Hata ahora no existe una fórmula mágica para prevenir esta enfermedad; sin embargo, se ha observado que una alimentación saludable, balanceada; así como actividad física regular, y un adecuado descanso, activan ciertas áreas del cerebro; esto, a su vez, provoca mayor plasticidad y, por lo tanto, se reduce el riesgo de padecer Parkinson e, incluso, algunos otros trastornos neurodegenerativos. 

Avances para combatir la enfermedad

A lo largo de la historia, el principal reto de los científicos ha sido detectar los factores de riesgo que generan el Parkinson y cuál es el mecanismo para su desarrollo. Sin duda, los estudios al respecto dejan ver que la enfermedad está relacionada con aspectos genéticos y causas del entorno.

Los investigadores han encontrado proteínas como la alpha-synuclein que están involucradas en la patología de la enfermedad; así como el papel que juegan algunos de sus receptores. Gracias a estos trabajos se han podido detectar posibles factores de riesgo que podrían fungir también como agentes protectores.

Investigadores noruegos, por ejemplo, se ha dedicado a investigar a la población enterá de Noruega para detectar los factores relacionados con el desarrollo del Parkinson; han encontrado que el uso de salbutamol, y enfermedades como el asma, la dependencia al tabaco y hasta el nivel económico, tienen alguna influencia en la enfermedad. 

También se han hallado que la diabetes tipo II puede ser una de las causas de Parkinson, así como de otros desórdenes neurológicos. Para tratarlo, los científicos investigan de qué manera ciertos fármacos utilizados para la diabetes pueden tener un efecto protector en las neuronas con el objetivo de evitar la neurodegeneración. 

De igual manera, científicos trabajan en nuevos exámenes para el diagnóstico temprano a través de los fluidos de la médula espinal, por ejemplo. El año pasado, incluso, se dieron a conocer investigaciones que sugieren el rol de los inmunodepreseores para los tratamientos, pues una parte de la enfermedad es autoinmune. Otros, sugieren que el Parkinson comienza fuera del cerebro; es decir, hay mutaciones genéticas que alteran a las células que no están dentro del cerebro. 

Uno de los estudios más recientes, liderado por el grupo de Enfermedades Neurodegenerativas, del Vall d’Hebron Institute of Research, ha mostrado que el factor de transcripción TFEB en neuronas domapinérgicas tiene un efecto neuroprotector y neurotrófico en ratones de laboratorio con Parkinson. En otras palabras, el TFEB sobreexpuesto es capaz de rescatar neuronas dañadas por la enfermedad; de hacerlas volver a su tamaño y funcionalidad normales. Además, incrementa las enzimas para la síntesis de la dopamina.

Gracias a este tipo de avances es posible crear tratamientos farmacológicos más efectivos para restablecer los niveles de dopamina y ofrecer una mejor calidad de vida a los pacientes. Asimismo, abren las posibilidades para revertir la sintomatología inicial y de, poco a poco, dar con un diagnóstico más oportuno y con la causa exacta por la cual las neuronas mueren con el padecimiento.

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