El cáncer de mama es el más común en mujeres a nivel mundial. Aunque es una enfermedad que puede presentarse después de los 50 años, las cifras están mostrando que es cada vez más común en jóvenes, incluso menores de 30 años.
Este padecimiento no tiene cura y tampoco se puede prevenir; además, su aparición depende de varios factores. Sin embargo, al estar atentas a nuestra salud y conocer cómo funciona nuestro cuerpo, el riesgo disminuye. Asimismo, un tratamiento oportuno ayudará a aumentar las probabilidades de recuperación.
Ahora bien, una de las preocupaciones más comunes se da en las familias donde alguien ha desarrollado cáncer; no obstante, solo representan entre el 5 % y el 10 % del total de los casos, el resto corresponden a cáncer esporádico; es decir, se trata de un caso único en la familia resultado de factores múltiples.
Lo anterior no significa que las medidas preventivas se puedan relajar cuando la genética entra en juego, al contrario, son las mujeres con antecedentes familiares de cáncer quienes han mostrado una cultura de prevención mucho más firme: saben detectar mejor los síntomas como bolitas palpables, coloración anormal de la piel, hundimiento del pezón, y hacer el seguimiento adecuado.
Sobre esta enfermedad hay mucho que decir todavía, y en este octubre rosa, es un buen momento para recordar las recomendaciones que nos permitan detectar alguna lesión que pudiera ser maligna. Por ello, en Acción y Reacción, platicamos, por Facebook Live, con dos expertas en el tema: la doctora Dione Aguilar, genetista especialista en cáncer hereditario, y la doctora Diana Pineda, radióloga con subespecialidad en imagen de mama. Esto fue lo que nos compartieron: