Seguro has escuchado de aquel científico cuyo interés por la ciencia nació de ver cómo una manzana caía junto a él mientras se encontraba abajo de un árbol. Tú y él, tienen mucho más en común de lo que imaginas, porque, sin duda, también te has preguntado: ¿por qué las cosas caen?, ¿por qué se crea un arcoíris?, ¿por qué algo no se mueven hasta que lo empujo? Estos cuestionamiento, aunque no lo creas, también se le ocurrieron a Isaac Newton, mejor conocido como «el padre de la física» y de quien conoceremos sus aportes, vida personal y cómo, gracias a su curiosidad, se convirtió en uno de los investigadores más reconocidos en la historia y a nivel mundial.
¿Cómo fueron sus primeros años?
Isaac Newton nació el 25 de diciembre de 1642 (del calendario juliano) en Inglaterra, mismo año en el cual murió Galileo Galilei. Fue un bebé prematuro (podríamos decir que, desde ahí, ya estaba adelantado a su época). Perteneció a una familia campesina, que, a pesar de poseer muchas tierras, no contaban con ningún grado de escolaridad; de hecho, ninguno antes de él sabía escribir su propio nombre, Isaac fue el primero en hacerlo.
En la escuela, no tenía ningún amigo y todos lo recordaban como un chico solitario y terco. Solía juntarse más con las niñas, pues disfrutaba su compañía y hasta les elaboraba a mano, con cualquier material, casitas para sus muñecas.
A pesar de ser tan atento con sus amistades, Newton era una persona muy distraída. Toda su vida razonaba y desarrollaba experimentos mentales mientras caminaba, comía y hasta en la escuela: él aprendía a su modo; sin embargo, todos sus profesores, desde el colegio hasta la universidad, lo reconocerían como un mal estudiante. Eso no lo desanimó, al contrario, no creía necesario estar en un salón con un profesor hablando por horas sobre un mismo un tema, por eso, decidió que aprendería de forma autodidacta. ¿Cómo? Leyendo.
Newton buscaba libros en todo momento y no se enfocaba en un solo estilo o tema, sino que le interesaban varias ramas, sobre todo de ciencia y filosofía. Reconocía patrones y conectaba ideas entre los campos de estudio. Simultáneamente transcribió cada libro y texto que ponía en su escritorio, de esta manera retenía el conocimiento. Era bastante obsesivo, tanto que dejaba de dormir y de comer con tal de estudiar y entender los conceptos que leía. Esos factores marcarían su trayectoria como científico.
¿En qué momento se convirtió en un gran científico?
Poco después de entrar a la escuela, Isaac conocería a su primer y único amor: la hija del dueño de la farmacia del pueblo, a quien, se cree, nunca le demostró sus sentimiento.
Entró al Trinity College de Cambridge a los 18 años, pero lo que decidió estudiar ahí no era de su agrado; así que, con su disposición para ser autodidacta y al ser una persona compulsiva para el estudio, hizo su propio plan para aprender, incluso faltaba a clases para ir a la biblioteca y conocer de todos los temas que a él le generaban curiosidad. Se centró en estudiar matemáticas, lo que casi lo convirtió en el mejor matemático de Europa.
Es importante mencionar que, antes, las universidades no eran como ahora, pues en aquel tiempo y justamente en Europa, tenían categorías o niveles en donde colocaban a los alumnos. Los de primera clase podían tener su propio dormitorio con mejores comodidades que el resto, la mejor comida e incluso una mejor relación con sus profesores, mientras que los de clase baja recibían todo lo contrario. Isaac Newton pertenecía a los alumnos de clase baja; esto le causaba enojo y frustración, ya que también solía servir como mayordomo a los alumnos de clases más altas. Estos factores de discriminación harían de Newton una persona aún más reservada y solitaria; sin embargo, detrás de esas paredes de la aún viviente Cambridge, se formaba una persona que cambiaría al mundo para siempre, en especial en la física y la óptica.
¿Una pandemia lo ayudó?
Todo iba normal en la vida de Newton, hasta que, en 1665, se desató un brote de peste negra en toda Europa. Todas las instituciones y universidades cerraron sus puertas para evitar contagios y los alumnos tuvieron que regresar a sus casas (¿te suena familiar?). Isaac decidió quedarse en su casa de nacimiento, no sin antes asegurarse de que tendría los libros suficientes para aprovechar el confinamiento, seguir aprendiendo todo lo que pudiera y, así, desarrollar nuevas ideas.
Fue en ese periodo, a la edad de 23 años, cuando Isaac Newton desarrolló el cálculo diferencial e integral —indispensable herramienta para las ingenierías de hoy en día—, conoció los secretos de la luz y el origen de los colores del arcoíris, así como las leyes que gobiernan de forma general a la Tierra y a otros planetas, estrellas y demás cuerpos celestes. Por supuesto, dedicó para de su esfuerzo y tiempo a resolver la incógnita de por qué las manzanas caen de los árboles, lo que dio como resultado el descubrimiento de la constante gravitacional —encargada de determinar la fuerza con que la gravedad nos hace no salir volando del planeta—.
Podríamos decir entonces que, gracias al aislamiento, y a pesar de su corta edad, Newton logró hacer sus contribuciones más importantes a la ciencia y abrir el camino para la óptica y la dinámica. Sin embargo, tuvieron que pasar varios años más para que ganara la confianza necesaria para publicar sus descubrimientos; de hecho fue alguien muy especial (pista: fue el descubridor del cometa que pasa alrededor del Sol cada 75 años, ¿adivinas?) quien lo animó para dar a conocer sus hallazgos y cambiar rotundamente la forma en la que se entendía la ciencia hasta ese momento.
Por todo lo anterior, Isaac Newton es un gran ejemplo de cómo la curiosidad te hace descubrir las respuestas del mundo que nos rodea y llegar a cosas inimaginables. Como inspiración, nos quedamos con su frase de juventud: “Platón es mi amigo, Aristóteles es mi amigo, pero mi mejor amiga es la verdad».
¡No dejes de buscar la verdad de todo aquello que te genera curiosidad!