Elige solo una maestra: la naturaleza
Rembrandt
Pasear es hacer un viaje que contiene su propio destino en el acto: andamos el propio paseo. Visitar un espacio abierto se vincula con una acción placentera, reflexiva o contemplativa; se trata en pocas palabras de un acto agradable para la mente, pero ¿por qué no toda la gente pasea? ¿Será que no encuentran amor por esta actividad o son las condiciones de la ciudad las que los limitan?
¿A qué distancia está el área verde más cercana a tu casa?, ¿qué recordamos del último paseo a un parque o un jardín público? El Inventario de Áreas Verdes de 2017 de la Secretaría de Medio Ambiente (1) indica que en la Ciudad de México (CdMx) había 11 mil 739 zonas verdes, las cuales abarcan una superficie de 67 millones 311 mil 573.82 metros cuadrados (m2), lo que corresponde, según la población de ese año, a 5.4 m2 de área verde por cada habitante.

La OMS recomienda entre 9 y 12 m2 de área verde por habitante aunque la medida es conflictiva porque la distribución de estas zonas es irregular debido al crecimiento desordenado de las ciudades. Además, a pesar de ser zonas catalogadas como áreas verdes pueden dificultar el acceso para la población; por ejemplo, los camellones centrales y laterales en la CdMx representan la mayor superficie registrada como área verde con más de 7 millones de m2.
En busca de aire fresco
Los beneficios de los paseos en la naturaleza han sido ampliamente reportados desde diferentes disciplinas; en una investigación publicada (2) en Frontiers In Psychology, encontraron, al medir en saliva dos bioindicadores del estrés, que 20 minutos de contacto con la naturaleza reduce el estrés de los habitantes de ciudades.
Aunque algunos médicos recetan actividades al aire libre en beneficio de la salud mental, no se había señalado, hasta este estudio, el tiempo y la frecuencia de esta prescripción conocida como “píldora natural”.
Con claras intenciones de exacerbar las sensaciones de bienestar en nuestro encuentro con la naturaleza, la arquitectura de paisaje se ha consolidado como una disciplina que puede mejorar la vida en las urbes al mitigar los efectos ambientales y sociales del crecimiento acelerado de las ciudades.

Para María del Carmen Meza, profesora de la Unidad Académica de Arquitectura de Paisaje de la UNAM, hay dos consecuencias de la falta de áreas verdes(3) en las ciudades, ambas vinculadas con el cambio climático que sufrimos: “Mientras menos áreas verdes tenemos hay menos oportunidades de captación de agua, el ambiente es más seco y con mayores temperaturas, eso para empezar incide en el confort, por otra parte un ambiente más seco permite que las esporas de virus, bacterias, hongos se dispersen con mayor facilidad en el aire y cuando respiramos encontramos estos bichos que buscan ambientes húmedos, como nuestros ojos, nariz y boca”.
Ante una alta demanda por edificar el espacio urbano, la especialista señaló que “la arquitectura de paisaje diseña, compone y organiza espacios verdes. Incorpora a los ambientes urbanos la vegetación, que son organismos vivos cuya función fisiológica para poder sobrevivir coadyuva a tomar humedad del suelo, transferirla al medio y producir oxígeno”.
Píldoras naturales, una receta para la vida cotidiana

Al llevar a la agenda pública la importancia de las áreas verdes algunos estudios sobre el bienestar que generan han sido señalados, entre ellos destaca el estudio liderado por Mary Carol R. Hunter de la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad en Michigan, para el cual midieron dos la respuesta neurofisiológica al estrés con dos bioindicadores: el cortisol y la alfa-amilasa salival.
El cortisol es la principal hormona presente cuando tenemos estrés e interviene en las vías físicas de muchos procesos metabólicos, incluida la función inmunológica, mientras que la alfa-amilasa es una enzima producida por el sistema digestivo y su incremento se vincula con respuestas individuales al estrés psicológico y fisiológico; ambas sustancias están relacionadas con el sistema nervioso central, el cual se activa ante situaciones de estrés físicas y psicológicas preparando al cuerpo para afrontarlas o evadirlas.
En la investigación señalan que la elevación constante del cortisol interfiere con el aprendizaje y la memoria, además de reducir la función inmunológica mientras aumenta la presión arterial, el colesterol y las enfermedades cardíacas. Apuntan también que los niveles de amilasa son más sensibles a factores ambientales.
Para este estudio recopilaron, durante ocho semanas, muestras de saliva de 36 habitantes de zonas urbanas, quienes visitaron tres veces por semana áreas naturales en sus ciudades, podían elegir el lugar, el horario y la duración de su experiencia, mientras esta fuese mayor a 10 minutos, sin ejercicio, redes sociales, acceso a internet, llamadas telefónicas, conversaciones o lectura; la experiencia también debía ser al aire libre y contar con elementos suficientes (a su consideración) para brindarles la sensación de contacto con la naturaleza.

Encontraron que quienes tuvieron una experiencia en la naturaleza de entre 20 y 30 minutos tuvieron una caída del cortisol y que la alfa-amilasa también se ajustó, dos cambios que reflejan la reducción del estrés. Para que los valores no fueran mal entendidos, revisaron los resultados de ambas sustancias en relación a los estándares que una persona tiene de ambos bioindicadores, pues estos tienen cambios naturales a lo largo del día.
Los investigadores refieren la importancia de hacer estudios con muestras más grandes y diversas en temas de género, edad y estilo de vida, pero destacan que en este tema “la seguridad relativa de una píldora natural en cualquier dosis es una de las razones por las que los profesionales de la salud se sienten cómodos prescribiendo píldoras naturales a los pacientes sin el beneficio de los datos de orientación”.

Pero si bien recetar una “píldora natural” puede no detonar problemas, conseguirla sí puede ser una dificultad en ciudades como la CdMx donde hay poca superficie que pueda ser un espacio de rehabilitación, pues se trata de una urbe que perdió 80 por ciento de las áreas verdes que existían en el siglo XIX.
Apostar por la arquitectura de paisaje
En 2018 la directora del Departamento de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes sociales de la Salud de la OMS, María Neira, indicó que “los niveles de contaminación del aire suelen ser bajos en las ciudades bien planificadas que cuentan con buenos sistemas de transporte, calles transitables por peatones y amplios espacios verdes que purifican el aire”.

Buscando mejoras como estas en México, desde 2015 surgió el Laboratorio de Áreas Verdes y Espacios Públicos (LAVEP)(4), con seis personas interesadas en estos temas. El equipo obtuvo apoyo económico y se consolidó dentro del Centro de Investigaciones en Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), transformándose en un grupo multidisciplinario que indaga problemáticas en áreas verdes y espacios públicos para desarrollar formas de estudiar, evaluar y proponer soluciones.
María del Carmen Meza, quien colabora en LAVEP, tiene formación como bióloga e incursionó en la Arquitectura del Paisaje desde hace más de 30 años, recientemente coordinó junto a Amaya Larrucea y Eric Orlando Jiménez el libro “Espacios verdes públicos. Estudios culturales, sociales y ambientales”(5).
En este compilado de textos, el experto en psicología ambiental y arquitectónica, Eric Orlando Jiménez, refiere que “cuando las personas pueden cubrir sus necesidades en el ambiente, se desencadenan procesos afiliativos, con base psicológica, que promueven que éstas lo conserven”.
En el mismo reporte, el investigador enuncia diversos hallazgos respecto a la incidencia de la naturaleza en el bienestar humano, tales como que las vacaciones en la naturaleza mejoran nuestra atención o que los pacientes en recuperación tuvieron mejor respuesta y menor consumo de analgésicos con solo tener vistas hacia la naturaleza.
Eric Orlando Jiménez señala que incluso los metaanálisis con resultados de diversas investigaciones se incluían fuertemente por los beneficios de la naturaleza en el bienestar humano; el psicólogo apuntala a la evaluación de las áreas verdes integrando sus resultados obtenidos al aplicar encuestas a más de mil visitantes de un parque ubicado en la delegación Coyoacán de la CdMx, y propone 112 indicadores psicosociales posibles de abordar y clasificar desde el enfoque de necesidades humanas tales como la recreación, la interacción social, la compatibilidad, la seguridad y el refugio.

Finalmente acota que “evaluar en qué medida los espacios verdes públicos satisfacen las necesidades humanas es también evaluar en qué medida estos espacios promueven su propia conservación”.
Además de generar espacios con una función ambiental, María del Carmen Meza señaló que la arquitectura de paisaje genera espacios con una función estética “con una conformación que ayuda al descanso mental, ya sea a través del manejo de colores, tonos o la generación de masas forestales densas y ventanas”.
Puntualizó que en la carrera de arquitectura de paisaje de la UNAM, los alumnos llevan clase de carácter biológico, psicológico, social, diseño, representación, percepción y psicología, “con la intención de que sepan que el usuario es la persona más importante al diseñar un paisaje”.

Acotó que en esta preparación de profesionales puntualizan en “generar espacios que puedan exacerbar la sensopercepción de los usuarios para que encuentren espacios de intimidad, descanso, salud o refrescamiento. Para que las áreas verdes sean esos espacios como antes se decía: a los que uno iba a los parques a recuperar la salud, bienestar y descanso”.
¿Cómo agradecer a las áreas verdes lo que comparten?
La investigadora de LAVEP considera que un aspecto muy importante que pocas veces tomamos en cuenta es el estado de salud de la vegetación y señala que “el manejo que se ha hecho de la vegetación ha sido muy malo, de tal suerte que tenemos organismos que han sido desmochados por ejercicios de malas podas o vandalizados. Si pensamos en el arbolado de alineación, no el de las áreas verdes sino el que está en las aceras o banquetas, vemos que los pobres árboles están agonizantes porque les cubren la zona de raíz con cemento, el agua no puede penetrar el suelo y el árbol no se puede alimentar. Los suelos de las áreas verdes están totalmente desnutridos, son suelos muy angostos”.
Así mismo indicó que el estado de salud es el aspecto más relevante pues es complicado incrementar espacios verdes porque no tenemos espacio, “es momento de buscar una gestión adecuada de los espacios verdes para que la vegetación esté en el mejor estado por el mayor tiempo posible y con ello tengamos mejores servicios ambientales”.

Compartió que actualmente se hace un diagnóstico fitosanitario del bosque de Chapultepec, a cargo de Héctor Benavidez Meza(6), quien trabaja en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Se trata, señaló, de un “proyecto muy ambicioso que está siendo financiado por CONACYT y que nos está permitiendo conocer el estado de salud del arbolado”.

Anteriormente Benavidez Meza coordinó este ejercicio en la Alameda Central, cuando se hizo el arreglo: primero efectuó un diagnóstico fitosanitario, luego la limpieza de especies dañadas y recuperación de las que estaban bien, del proceso resultó un inventario muy detallado. Al respecto la especialista indicó que estos proyectos son buenos porque “coadyuvan a recuperar la vegetación y generar mejores masas forestales en la ciudad”.
En un artículo(7) publicado en la revista Bitácora Arquitectura, María del Carmen Meza señala que los árboles urbanos afrontan terrenos más hostiles que los de hace 50 años, esto debido a mayores zonas con pavimento, menor agua pluvial, encalado de arboles, recorte de raíces, vandalismo, contaminación y desmoches.
En este documento puntualizó que es necesario evitar las mutilaciones de árboles: “ No más plantaciones inadecuadas, no más podas irracionales para intentar mantener pequeños a los árboles de gran desarrollo; plantemos en espacios con suficiente amplitud para el desarrollo final del árbol, utilicemos la amplia diversidad de especies que tenemos, tratemos al árbol como lo que es: un ser vivo cuyas cualidades de inmovilidad lo exponen inexorablemente a factores ambientales, mismos que, en muchos casos, como se dijo, son estresantes e incluso llegan a ser hostiles.”
Por su parte la WHO(8), refiere que los espacios verdes urbanos son elementales para tener ciudades habitables y que las intervenciones con vistas a mejorar estas áreas tienen beneficios de alto impacto en la salud pública para toda la población.
Así mismo puntualiza que colaboraciones multidisciplinarias al estilo de LAVEP, “ayudarán a garantizar que las intervenciones en espacios verdes urbanos den múltiples resultados”.

“La naturaleza no es un lujo, sino una necesidad del espíritu humano,
-Edward Abbey
tan vital como el agua o el buen pan.”
Fuentes:
- http://www.sadsma.cdmx.gob.mx:9000/datos/inventarios-de-areas-verdes-estadisticas
- https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2019.00722/full
- https://arquitectura.unam.mx/uploads/8/1/1/0/8110907/recuperación_de_áreas_verdes_urbanas._la_importancia_del_diagnóstico_fitosanitario_para_la_intervención.pdf
- https://arquitectura.unam.mx/lavep.html
- https://drive.google.com/file/d/1HSyAcXSgY0kzdzQd0rM-Z0m3rpDdicOx/view
- https://www.researchgate.net/profile/Hector-Benavides-Meza
- http://www.revistas.unam.mx/index.php/bitacora/article/view/56652/50259
- https://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0010/337690/FULL-REPORT-for-LLP.pdf