Los futuros de nuestro planeta son agudizaciones del presente, ya no se trata de escenarios desconocidos, pues con el aumento de sequías, incendios e inundaciones tenemos ante nosotros las muestras del cataclismo anunciado. Nuestro margen para ser optimistas es cerrado, modificar nuestra relación con la naturaleza no puede esperar, como nunca antes es necesario reconocer y ubicar los daños para imaginar escenarios habitables.
En ese sentido, el 21 de agosto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) presentó un documento titulado “La crisis climática es una crisis de los derechos de la infancia” (1), en este detalla los riesgos para quienes a muy temprana edad tendrán que afrontar el trato que previas generaciones dieron a la naturaleza. El reporte advierte que 99 por ciento de la niñez está expuesta al menos a un riesgo ambiental. Mientras que 45 por ciento de los niños y niñas viven gravemente amenazadas por la crisis ambiental.
El prólogo a cargo de integrantes del movimiento Viernes por el Futuro, iniciado por Greta Thunberg hace tres años en Suecia, enuncia firme: “Se está destruyendo nuestro futuro, se están violando nuestros derechos y se están ignorando nuestras súplicas. En lugar de ir a la escuela o vivir en un hogar seguro, los niños soportan hambrunas, conflictos y enfermedades mortales como consecuencia de las perturbaciones climáticas y medioambientales”.

Por su parte, hace unos días el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) puntualizó cientos de datos rojos en un informe basado en 14 mil estudios científicos, entre ellos destacó que para evitar peores escenarios es necesario que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan al menos 45 por ciento para el año 2030 si se quiere que el calentamiento no supere los 1.5 grados centígrados.
Desigualdad expuesta
El reciente informe de la Unicef dio a conocer por primera vez el Índice de Riesgo Climático de la Infancia (IRCI) el cual considera dos indicadores: por una parte la exposición a escasez de agua, inundaciones, ciclones y olas de calor, por otra, la vulnerabilidad de la infancia en términos de salud, nutrición, educación, pobreza y protección social.
México está clasificada como una región de categoría alta debido a la amplia cantidad y variedad de perturbaciones y tensiones ambientales que convergen en este territorio mezcladas con una vulnerabilidad considerada baja para la infancia mexicana. La mezcla de estos factores colocan a México en el lugar 54 entre 200 por su IRCI.

Otros países de América Latina puntuados con un índice similar al de México son Guatemala, Honduras, Venezuela, Colombia y Ecuador.
Para América Latina y el Caribe este índice revela que entre la población infantil 55 millones de están expuestos a la escasez de agua, 60 millones a ciclones, 85 millones al Zika, 115 millones al Dengue, 45 millones a olas de calor y 105 millones a contaminación atmosférica.
El “Diagnóstico de calidad del aire y el derecho de niñas, niños y adolescentes al aire limpio” (2), de la Red por los Derechos de la Infancia en México y Greenpeace, refiere que en 2016 en México se registraron mil 680 muertes de menores de 5 años por asma, infección respiratoria aguda o padecimientos vinculados a la contaminación del aire.

Mientras, en el documento reciente de la Unicef se muestra que los países con el peor panorama pertenecen a África Central y Occidental, tales como Nigeria, Chad, Guinea y República Centroafricana, este último tiene el peor escenario para la infancia en términos del IRCI.
En un escenario diferente, los cinco países con el índice de riesgo más bajo son Islandia, Luxemburgo, Nueva Zelandia, Finlandia y Estonia. En América Latina son Costa Rica y Uruguay los que destacan por un mejor panorama.
Resulta paradójico que los países más expuestos se encuentran entre los menos responsables del problema, el informe señala que:
“los 33 países de riesgo extremadamente alto solo emiten colectivamente 9 por ciento de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2). En cambio, los 10 países que más emiten representan en conjunto cerca del 70 por ciento de las emisiones mundiales”.
Unicef
Dicha contaminación incluye a las derivadas de la quema de combustibles fósiles y la fabricación de cemento.

De hecho, los que lidera las emisiones de CO2, es decir Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Brunéi, Canadá, Australia, Luxemburgo, Arabia Saudita y Estados Unidos tienen índices de riesgo menores a cinco, lo cual los coloca en una privilegiada posición respecto al futuro de su niñez pues ocupan lugares entre el ranking 80 y 162 de una lista de 200 países.
Cabe destacar que las emisiones de C02 per cápita, es decir la cantidad total de dióxido de carbono emitido por cada país durante actividades de producción y consumo, dividida por la población del país; tiene una marcada brecha entre Qatar, que es el país que emite más, y Kuwai, el segundo en la lista. El primero es de 32.42 y el segundo de 21.26 toneladas métricas per cápita.
En el resumen del informe (3) destacan que entre los fenómenos de aparición repentina actualmente 820 millones de niños (más de un tercio de la población infantil a escala mundial) están muy expuestos a las olas de calor, mientras que 400 millones de niños están muy expuestos a ciclones y 330 millones de niños, es decir 1 de cada 7 en el mundo, están muy expuestos a inundaciones fluviales, además de 240 millones de niños que están muy expuestos a inundaciones costeras.

En lo referente a tensiones y degradación ambiental se reconoce que 2 mil millones de niños, es decir casi 90 por ciento de la niñez está muy expuesta a niveles de contaminación atmosférica que superan los 10 μg/m3. Situación que no dejará de empeorar si no se reduce el consumo de combustibles fósiles.
Otras preocupaciones que externa la Unicef son que más de un tercio de la población infantil está expuesta a escasez de agua, así como 818 millones expuestos a contaminación por plomo y uno de cada cuatro están expuestos a enfermedades de transmisión vectorial como la malaria y el dengue.
El documento de la Unicef publicado a mediados de agosto es el primer análisis exhaustivo de los riesgos medioambientales desde la perspectiva de la infancia. Este sector de la población es particular por varias razones, una de ellas es tener todo su futuro por delante mediado por una crisis climática que ya impacta en sus oportunidades de manera desigual dependiendo del territorio, pero además porque los daños son visibles en su desarrollo físico y social, de hecho una de las mayores preocupaciones en torno al grado de afectación es que fisiológicamente la niñez es más vulnerable a toxinas y enfermedades, es decir, sus vidas están amenazadas.

Riesgos superpuestos: escenarios más amenazantes
La Unicef enfatiza que las tensiones ambientales no se presentan de forma aislada y que al marginar a algunas sociedades pueden agravar la desigualdad. Un ejemplo de esto es la pandemia actual, pues aunque la urbanización y destrucción de los hábitats naturales aumentan el riesgo de enfermedades zoonóticas, son las sociedades menos desarrolladas las que hoy tienen retos enormes para salvar vidas y accesos limitados a soluciones.
Al respecto, detalla que 99 por ciento de todos los niños en el mundo se ven expuestos a un riesgo o perturbación ambiental, mientras que 2 mil 200 millones se ven expuestos a dos, mil 700 millones a tres, 850 millones a cuatro, 330 millones a cinco y 80 millones a seis.
En el mapa que expone la distribución geográfica de los riesgos superpuestos destacan China, México y países de América Latina como Bolivia, Brasil. Para América Latina y el Caribe refieren que nueve de cada 10 niños ya se enfrentan al menos a dos crisis climáticas ambientales.

El ente de la ONU dedicado a la infancia señala en su reporte que:
“Los riesgos climáticos y ambientales no solo perjudican el acceso de los niños a servicios claves, sino que la falta de acceso a estos también reduce la resiliencia y la capacidad de adaptación de la población infantil, lo que acentúa todavía más su vulnerabilidad a dichos riesgos. Por tanto, se crea un círculo vicioso que hace que los niños más vulnerables se hundan todavía más en la pobreza a la vez que aumenta el riesgo de que sufran los efectos más terribles y mortíferos del cambio climático”.
Mirilla a otros futuros
Respecto a las posibilidades de cambio, la Unicef señala como medidas benéficas el diversificar las fuentes de agua, el uso de energías renovables y los diseños de saneamiento y servicios de agua que consideren los riesgos climáticos tanto presentes como futuros
También instan a los gobiernos a proporcionar educación sobre el clima y competencias ecológicas a los más jóvenes para alentar la adaptación, así como incluirlos en la toma de decisiones y, como medida muy puntual garantizar que la recuperación de la pandemia “sea respetuosa con el medio ambiente, genera bajas emisiones de carbono y beneficie a todo el mundo”.
En este último punto destacan que esta crisis:
“Nos ha enseñado que debemos comprender mejor tanto la escala como el alcance de las vulnerabilidades de los niños para poder plantear soluciones que tengan sentido y puedan ampliarse en diversos contextos y en lugares donde las repercusiones son muy heterogéneas”.

Además, calculan que invertir en acceso a la salud y nutrición puede reducir el riesgo climático de 460 millones de niños, mientras que invertir en protección social y mitigación de la pobreza podrían ayudar en la defensa de 310 millones de niños.
Otro factor que complica los escenarios de los países con riesgos extremadamente altos a las presiones ambientales es que la mayoría tiene una cobertura muy baja de estaciones de monitoreo de calidad del aire, con lo cual el daño a la población local permanece desconocido.
Con la identificación de consecuencias es notorio que a nivel humanidad por una parte estamos mirando con comodidad el desgaste de nuestro planeta y por otra mantenemos anónimos a los que más afecta, el informe de la Unicef es un mensaje claro sobre amenazas y desigualdad.
Fuentes:
- https://www.unicef.org/media/105376/file/UNICEF-climate-crisis-child-rights-crisis.pdf
- https://www.greenpeace.org/static/planet4-mexico-stateless/2018/11/e7381732-e7381732-no_apto_para_pulmones_pequeñosok3.pdf
- https://www.unicef.org/media/105541/file/UNICEF_climate%20crisis_child_rights_crisis-summary-ES.pdf