Entre maestros pokemon atemporales, intereses científicos inventados para Frodo Bolsón y un Luke Skywalker cuya historia personal permite hablar de los lados oscuros del Universo, entramos al libro El bosón de Higgs no te va a hacer la cama de Javier Santaolalla; la forma de hipertextualidad presente en toda la obra no promete complacer a todas, pero las historias de ciencia que este texto va hilvanando apasionan por igual.

Antes del primer capítulo, el doctor en física de partículas, Javier Santaolalla, confiesa que llegó a la ciencia por el lado más atractivo de la misma: por el que maravilla y dan ganas de compartir. De ahí se deriva su interés y confianza en divulgar la ciencia y no aburrir a nadie.
El español destaca que Galileo Galilei nos brindó la experimentación, como una pieza de infinito valor para las formas de construir conocimiento y partiendo de las bondades de experimentar, cuestionar y curiosear es como nos narra distintos avances de la física.
También recorre la historia junto a Tales de Mileto, a Mendeléiev y a Demócrito para hablarnos de la eficiencia de simplificar y apostar por una versión sencilla del mundo. Estas ideas dan una base para acercarse con detalle al Modelo Estándar y comprender de dónde surge el impulso de buscar belleza y sencillez en la composición del mundo.
Cuando una se enfoca en los contenidos del libro, el hilo conductor es notorio, cuando ponemos atención en las formas se siente cierta desarticulación, algunos capítulos gozan de analogías varias y vastas; en otros estamos frente a biografías que permiten ver los avances del siglo XX en temas de física. Quizá el dinamismo pueda servir para algunas lectoras, para otras el cambio de voces se siente como un asunto de despersonalización, en ambas estructuras el contenido científico es fácil de asimilar.
Por otra parte, es posible destacar que aunque considero que lo usual es que desde la divulgación sea agradable leer sobre la postulación de la teoría del Big Bang, el Fondo Cósmico de Microondas y la constante cosmológica, la narrativa, el detalle y cuidado para hablar de este tema es muy agradable en este libro, pues los científicos no se sienten como personajes carentes de emociones por lo que trabajan, incluso sus personalidades se ven implicadas en sus campos de conocimiento.
También las referencias a Einstein son memorables, el cariño del autor por este científico tan emblemático es notorio, el festejo a los experimentos mentales que él ideó también es visible. Nos sentimos compartiendo la gratificación que da la comprensión de un fenómeno físico sobre todo porque da a las dudas científicas una dimensión humana, de modo que sus motivaciones se vuelven emocionantes, la manera en que nos presenta sus preguntas nos deja ver con claridad porque dedicaron su vida con tanta pasión a determinados puntos de estudio.
Quiero destacar algo que quizá pueda dilucidar el tono de este libro. Javier Santaolalla considera que todas las personas somos científicas y que es un asunto que nos involucra a todos, de ahí que él considera que es importante transmitir de forma accesible y entendible a todas las personas sin importar su formación académica.
“A través de la ciencia se consigue despertar emociones y sentimientos muy intensos en las personas”, señaló en una presentación de libro. De modo que Santaolalla se presenta a través de sus intenciones con la divulgación como una persona que no entiende el conocimiento científico como un asunto para una minoría y por ello se implica en las sensaciones que es posible provocar gracias a la comunicación de la misma.

Este libro explica y describe lo que la física moderna sabe sobre la materia oscura, la energía oscura, la relatividad, el espacio-tiempo y la gravedad, así como las formas en que estas se estudian y lo que no se sabe de ellas. También cruza por los viajes en el tiempo, agujeros negros, motores de antimateria y aceleración del universo.
Será en el último capítulo en el que se involucra totalmente con el entorno de la física de partículas, su área de especialidad, bajo la cual nos ofrece una visión cercana del CERN y de los experimentos que este centro resguarda para estudiar partículas.
Usará la última parte del libro para ser en viva voz la persona que nos comparta la física en acción, desde el planteamiento, los resultados inesperados, la reconstrucción de la teoría, la posibilidad de predicción de esta ciencia y las formas de extraer observaciones y explicaciones cada vez más refinadas de la ciencia.

La antimateria es otro tema que sale de su halo de ciencia ficción para volverse un concepto con el cual se puede estudiar ciencia, el cual existe, se busca y produce con intenciones de entender más sobre nuestro Universo.
En Anaquel Hipatia, espacio de lectura del que se desprende esta columna mensual, hablamos sobre algunas deficiencias de este texto, entre las cuales destaca que se habla poco a las mujeres, pues no existe una presencia natural de nosotras en la ciencia, mientras que en los ejemplos, analogías o bromas se siguen materializando estereotipos que poco nos favorecen y la reflexión sobre la existencia de mujeres trabajando con la física se siente como un pegote poco natural. Lo retomo porque considero que hablar de las deudas que un libro tiene con las lectoras no es menos importante que las enseñanzas científicas que contiene.