Ciencias de la salud

Winter Blues: la forma en que el invierno puede afectar tu estado de ánimo

Las vistas invernales tienen una luz particular que destaca por hacer breves apariciones a lo largo del día; esta tenue penumbra y el frío característico de la temporada se han incluido de manera frecuente en las interpretaciones artísticas del invierno. De manera natural, esta escena puede entristecer a más de una persona, pero si tal sentimiento no es pasajero y afecta la vida, quizá se trate de una situación más compleja, pero tratable.

Este es el caso del Winter Blues o Trastorno Afectivo Estacional (SAD, por sus siglas en inglés), caracterizado por primera vez en 1980 por el psiquiatra sudafricano Norman E. Rosenthal, quien acuñó el término para referirse a las depresiones que se instalan en otoño e invierno. 

Se le denomina trastorno(1) porque es un patrón mental o de comportamiento con significado clínico. La investigadora en el Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana, Tamara Cibrián Llanderal, destacó que “muchas veces no se identifica el tipo de depresión entonces la vemos como un gran monstruo, cada depresión tiene características que importa reconocer para prevenir y tratarlas adecuadamente”.

«Tarde de nieve en Kanbara» de Utagawa Hiroshige.

La profesora universitaria indicó que a diferencia de la tristeza “que es una emoción normal ante una pérdida, desilusión o problema difícil que no afecta la vida diaria y desaparece con el tiempo, la depresión causa desesperanza, pérdida de la capacidad de sentir placer, así como dificultad para concentrarse, irritabilidad e incluso culpa en ciertas personas”.

Las especialistas en salud mental son quienes deben diagnosticar este padecimiento. Algunas señales de esta condición es que los pacientes refieren perdida de interés en las cosas que antes disfrutaban, así como aislamiento que impacta su descanso, el apetito o la energía, también se presenta ansiedad y en casos más graves existen pensamientos de muerte.

El SAD, también conocido como depresión estacional, está vinculado con la alteración del humor. En la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría definen al trastorno afectivo estacional como “la presencia de episodios depresivos mayores recurrentes en una época determinada del año con remisión total posterior cuando es superada dicha estación”.

Las hojas caen y el frío es constante 

Cuando el invierno y el otoño son evocados en la música, la pintura o la literatura, un lugar común es la nostalgia. También son frecuentes los sentimientos de pérdida, la recapitulación de tiempos mejores o la tristeza, sensaciones que la humanidad refleja en la naturaleza que se deshoja dando la impresión de un tiempo pausado; pero el Trastorno Afectivo Estacional va más allá de las licencias poéticas pues este padecimiento puede incapacitar a quien lo padecen y conflictuar sus relaciones interpersonales.

«La nevada» de Francisco de Goya (1786).

Tamara Cibrián Llanderal señala que la incidencia en países como México, donde los ciclos de luz y oscuridad son estables a lo largo del año, no es tan marcada como en otras latitudes donde los climas son extremos. Compartió que en 2019, el IMSS refirió que “esta condición afecta entre el 4 y el 8 por ciento de la población en general, siendo más común en mujeres, pues se observa una proporción de cuatro mujeres por cada hombre que padecen esta condición”.

La investigadora también señala que hay grupos más vulnerables, “como aquellos con  preexistencia de enfermedades psicológicas, tales como trastorno bipolar y trastorno depresivo mayor” e indicó que algunos estudios refieren más afectación en personas mayores y en aquellas que viven solas o con inestabilidad emocional.

Aunque en México no existen cifras claras, para Tamara Cibrián es importante dar seguimiento a esta condición en tiempos de pandemia, pues antes había más libertad de salir, “ahora tenemos ciclos que obedecen a un semáforo epidemiológico, donde se abren y cierran actividades de manera momentánea, por lo que podríamos esperar no como tal un trastorno afectivo estacional, pero sí con características similares a este a raíz del confinamiento”.

«El deshielo en Vétheuil» de Claude Monet. Crédito: Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.

Por su parte, investigadores del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario de Basurto en España señalan en un artículo(2) que la edad de aparición de este trastorno ronda entre los 20 y 35 años; mientras que la mayor incidencia es en Finlandia, Dinamarca, Suecia y Noruega. Incluso apuntan que no solo la cantidad de luz detona la prevalencia del SAD, pues otros factores como la polución, la nubosidad y la escasez de luz debido a construcciones que obstruyan el paso natural de la los rayos solares son relevantes para el desarrollo de síntomas. 

Escenarios de poco sol y ritmos circadianos desorientados

Las escenas veraniegas de pinturas como “Mujer con sombrilla” de Claude Monet, se pueden reconocer por su luz, un baño dorado en los colores y exteriores iluminados, pero vale la pena destacar que la calidad de la luz solar se puede percibir diferente en cada parte del mundo, algo que el artista Olafur Eliasson muestra de forma hermosa al hacer fotografías de una hoja blanca en diferentes partes del mundo, justamente esta forma de energía es uno de los elementos más estudiadas en relación a este trastorno.

«Camino de Versalles, Louveciennes, sol de invierno y nieve» de Camille Pissarro (1870) Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

Algunas hipótesis apuntan a que la depresión estacional se desarrolla en invierno y otoño porque en estas estaciones se altera el ritmo circadiano, ese reloj interno que orquesta nuestros momentos de descanso, alimentación y energía, mismo que está fuertemente regulado por la luz pues estimula la producción de ciertas sustancias químicas como la melatonina.

Una hipótesis(3) respecto a las circunstancias que agudiza el SAD es que una menor cantidad de luz incrementa el nivel de esta hormona, la cual normalmente es producida al anochecer y nos facilita dormir; dicho aumento se ha asociado con letargos y síntomas de depresión. 

Además, se ha señalado que quienes padecen este trastorno, llegan a presentar una disminución de serotonina —el neurotransmisor que ayuda a regular el estado de ánimo— y del cual se sabe que la luz solar controla sus niveles, por lo que se cree que las personas con este trastorno regulan mal la serotonina y que esto es más evidente en invierno. Los desbalances de serotonina y melatonina provocan cambios en el sueño, el estado de ánimo y el comportamiento.

A esto se suma la hipótesis del déficit de vitamina D,  que promueve la actividad de serotonina, misma que el cuerpo produce de manera importante cuando la piel se expone a la luz solar. 

«Cazadores en la nieve» de Bruegel the Elder (1565)

Por otra parte, la temporada invernal está muy presente en nuestro calendario con sus múltiples festividades, pero estas fechas no siempre significan alegría para todos. “Estos meses pueden recordarnos eventos emocionalmente negativos como la pérdida de seres queridos o la pérdida de empleo, así que las festividades tan marcadas pueden activar la sintomatología y generar un rechazo a la temporada invernal”, agregó Tamara Cibrián Llanderal.

La confrontación de “El año sin verano” y mejoras de ánimo

En 1815, el volcán de Tambora hizo erupción; este arrojó ceniza, polvo y dióxido de azufre suficientes como para reducir la luz solar durante meses. Tal circunstancia borró el verano de 1816 y lo convirtió en invierno. Desde ese año sin verano, J. M. W Turner pintó cielos dignos de escenas apocalípticas, al tiempo que Mary Shelly escribió Frankestein desde un encierro impuesto por el clima inhóspito. Podemos pensar estas y otras obras de la época como una forma de afrontar la intemperie, pero además de las prácticas artísticas, existen otras formas de cuidar la salud mental y prevenir inclemencias en el estado de ánimo.

Por ejemplo, el servicio nacional de información sanitaria de Escocia, NHS Inform, señala(4) la importancia de comer bien durante el invierno, ya que la depresión invernal puede hacernos anhelar alimentos azucarados que desplacen el consumo de frutas y verduras así como la ingesta de agua, lo cual puede ser en detrimento de nuestra salud.

Junto al cuidado de la dieta también se indica el beneficio de hacer caminatas de una hora a la mitad del día; por su parte, Tamara Cibirián destacó la importancia de tener acompañamiento de psicoterapia cognitivo conductal, “que cuenta con amplia evidencia científica respecto a la eficacia en otros tipos de depresión”.

«Escena de nieve en Argenteuil» de Claude Monet (1875) Crédito: The National Gallery London.

La profesora también mencionó que se debe buscar diagnóstico psiquiátrico para dar tratamiento en caso de que sea necesario, así como poner atención a las personas con familiares de primera línea que presentan este trastorno, pues esto puede predisponer a desarrollar depresión estacional. 

La investigadora de la Universidad Veracruzana también indicó que para hacer frente a este trastorno se debe aumentar la luz natural y reducir la artificial; mientras que las personas que viven solas deben generar redes de apoyo.

Algunas líneas de atención gratuitas en México son: Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México (55 5533-5533); Educatel SEP (55 3601 7599 y 800 288 66 88); Centros de Integración Juvenil (WhatsApp: 55-4555-1212, 55-1856-2724, 55-3069-0030 y 55-1856-5224); así como Línea de Bienestar Emocional (5556246003) por mencionar algunas. 

Además, en el caso de trastorno afectivo estacional, se puede recurrir a la terapia lumínica(5), que implica administraciones bien reguladas de diferentes tipos de luz en distintos momentos del día. Dicho tratamiento debe guiarlo un especialista. 

¿Qué hacer si pasa el invierno pero no la depresión?

En caso de que un trastorno afectivo estacional no remita con el cambio de estación, es decir con la llegada de la primavera, Tamara Cibrián señaló la importancia de buscar un diagnóstico adecuado con un especialista en salud mental; “es importante cuidarnos e identificar rasgos que afecten nuestra vida cotidiana y que no nos hagan tener plenitud, si detectamos alguna condición que nos afecte, sea por la temporada o sea de manera recurrente, no hay mas que atenderse para identificar de qué se trata”.

«Fra Karlsøyvær» de Karl Erik Harr. Crédito: Turismo de Noruega

Los cambios hormonales, la alteración de neurotransmisores y hábitos poco saludables, así como vivir en ambientes estresantes, padecer situaciones dolorosas y altos niveles de estrés son algunas causas de la depresión. Actualmente, la OMS(6) estima que en todo el mundo, el 5 por ciento de los adultos padecen esta condición y destaca que “aunque hay tratamientos eficaces contra los trastornos mentales, más del 75 por ciento de las personas afectadas en los países de ingresos bajos y medianos no recibe tratamiento alguno”.

Fuentes: 

(1)https://files.sld.cu/arteydiscapacidad/files/2009/07/manual-diagnostico-y-estadistico-de-los-trastornos-mentales.pdf

(2)https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352015000200010

(3) https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2015_711.html 

(4)https://www.nhsinform.scot/healthy-living/mental-wellbeing/low-mood-and-depression/do-you-have-the-winter-blues

(5)https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9633671/

(6)https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression

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