Mujeres en la ciencia

Mujeres en la ciencia: Jean Purdy

De acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 48 millones de parejas y 186 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por la esterilidad o la infertilidad; ambos, trastornos que derivan en la incapacidad para lograr el embarazo después de 12 meses o más de relaciones sexuales regulares sin protección.

Dado que el problema es grande, según el Comité Internacional para el Monitoreo ART, más de 8 millones de bebés han nacido por fecundación in vitro u otros tratamientos avanzados de fertilidad en el mundo, según registros de entre 1991 y 2014.

Esta cifra luce como esperanza a la vista para quienes esperan formar una familia mediante técnicas como la fecundación in vitro y aunque el porcentaje de éxito, o sea de embarazos logrados, es una cifra compleja de medir a nivel mundial, la sorpresa científica que este método puede ofrecer a las personas, simplemente no caduca. Sin embargo, en muchos países, sobre todo en aquellos con ingresos bajos, estos servicios no son accesibles o asequibles para todos.

Antes de estos problemas, el reto fue crear tal técnica de concepción humana, en ello participó Jean Purdy, mujer que tuvo una vida corta y una increíble visión a futuro por sistematizar el trabajo de investigación de modo que esto sirviera para perfeccionar el método. Durante su corta vida, Jean pudo ver cómo su investigación logró más de 350 concepciones asistidas.

Antecedentes en femenino

Louise Brown, nacida en 1978, fue nombrada en múltiples ocasiones como la primera “bebé probeta”, apelativo que dejaría de ser válido a la luz de una sociedad que hoy asimila y respeta más, aunque no completamente, esta forma de concebir vida como una oportunidad , más que como un “juego de legos con la naturaleza”, que antes fue pensado como inmoral durante los años en que se bosquejó esta idea científica y que incluso hoy no se ha despojado del todo de ser tabú .

No solo esta bebé nacida marca una tendencia en femenino en la historia de este método, también otras mujeres fueron bloques elementales de este logro. 

Tal es el caso de Anne McLaren, la primera científica en cultivar embriones de ratón in vitro y lograr transferirlos al útero de ratones hembra, mismos que finalmente se convirtieron en ratones bebés, con lo cual Anne McLaren sentó bases para la fertilización in vitro, tras evidenciar que era posible mezclar espermatozoides y óvulos fuera del cuerpo gestate.

Antes de esto, los primeros pasos de la fertilización in vitro fueron los de Walter Heape, quien en 1890 transfirió embriones de una coneja preñada a otra y logró el nacimiento de seis conejos en buen estado de salud.

Además, tras poner un ojo en el futuro, Anne McLaren asesoró al gobierno británico sobre los códigos de ética mínimos para aplicar dicha técnica en humanos. Veinte años después de esos estudios, el equipo al que perteneció Jean Purdy —junto al profesor Robert Edwards y el doctor Patrick Steptoe— logró la fecundación in vitro (FIV) en humanos.

En contraposición con McLaren, quien tuvo una presencia pública basta las décadas de los años 80 y 90 e incluso fue vicepresidenta de la Sociedad Real de Gran Bretaña, la labor de Jean Purdy nunca estuvo realmente a la vista, por ello no se le reconoció en vida y se le excluyó de reconocimiento elementales como aquellos que otorgaron a sus colegas de investigación el espacio principal de trabajo que habitó durante una década.

Anne McLaren

Una vida entera en Inglaterra

Jean Purdy nació en Cambridge, Inglaterra, el 25 de abril de 1945 y tuvo una corta vida, falleció en 1985 por un melanoma maligno. Provenía de familia cristiana y ella siempre fue devota a esta religión, de hecho refutó con firmeza las críticas religiosas de su trabajo.

En su infancia vivió con su madre, padre y hermano. Fue al instituto para chicas ubicado en su lugar de origen, en el cual además de practicar algunos deportes en equipo, también tocó el violín en la orquesta de la escuela; de hecho, su pasión por la música le dio para tener una colección de discos de música clásica. Además, desarrolló un gusto por el arte y la caligrafía que la acompañarían siempre, estos dos últimas cualidades fueron vigentes en sus importantísimos apuntes.

Su última preparación académica fue como enfermera en el Hospital de Addenbrooke de 1963 a 1966, y tras culminar estos estudios trabajó en el Hospital General de Southhampton, pero no le resultó muy estimulante así que buscó su lugar en la investigación y se involucró con un equipo que estudiaba el rechazo de tejidos en ese mismo hospital.

A pesar de lo interesante del trabajo, ella siguió otras inquietudes y volvió a Cambridge, al Hospital Papworth, donde se trabajaba entonces las primeras operaciones a corazón abierto de Gran Bretaña. Más adelante se harían allí también los primeros trasplantes de corazón del país.

En 1968 solicitó y obtuvo una plaza para trabajar en el Laboratorio de Fisiología de Cambridge junto a Robert Edwards. Ahí su pasión sería develada y obtendría las alegrías de ser investigadora.

A partir de cuadernos y hojas de papel sueltas, Martín H. Johnson y Kay Elder, de la Escuela de Anatomía y el Centro para la Investigación del Trofoblasto, en el Departamento de Fisiología y de la Clínica Bourn Hall, respectivamente, evaluaron el papel de Jean Purdy en el programa de investigación que derivó en el nacimiento de la primera bebé por técnica in vitro.

Algunas fuentes usadas en dicho análisis fueron archivos del Condado de Cambridgeshire y documentos que las familias de Steptoe y de Edwards le facilitaron a los investigadores, además de las cartas de quien fue el director de Bourn Hall entre 1980 y 1983 y un ex investigador clínico, así como entrevistas con Rosemary Carter, amiga de Jean Purdy y con Barbara Rankin, exsecretaria de Edwards.

Gracias a la revisión de estas fuentes, identificaron que Purdy registró y organizó la mayoría de los datos de manera sistemática y que estos datos se utilizaron tanto para el análisis como para la publicación de los resultados.

Por ejemplo, la información explicativa que ella registró sobre las transferencias de embriones, sirvió para la preparación y resolución de diversos problemas. Con los archivos también se descubrió que ella fue la principal responsable de organizar los suministros de laboratorio, incluida la preparación y prueba de medios.

Entre los apuntes más importantes se encuentra un cuaderno etiquetado como «Tablas/Datos», que contiene un análisis sistemático de todos los datos, clasificados por tipo de estimulación, respuestas y niveles de estrógeno etiquetados de las fases folicular y lútea, así como el resultado de la laparoscopia en cada caso, y la recuperación de ovocitos más la inseminación. De hecho, todos los datos de este cuaderno se utilizaron en 26 artículos pubicados entre 1973 y 1980.

Aunque Jean Purdy se involucró con la atención a pacientes, más que extraer óvulos por laparoscopia o en aspectos clínicos, se dedicó mayormente a actividades de investigación básica, con claros intereses en los aspectos de desarrollo de embriones viables y la mejora de los procedimientos de transferencia. Por ejemplo, en una cinta de 1980, se habla de una modificación de la cánula de transferencia que ella estaba intentando.

Los documentos que dejaron huella de su labor indican que Jen Purdy fue elemental para el hito científico, incluso una de las entrevistadas señaló que ella mantuvo el programa en marcha cuando sus colegas investigadores comenzaron a dudar sobre si lograrían su objetivo.

Posteriormente, en Bourn Hall, sitio en el que se mudó investigación y propiedad que al parecer Purdy encontró, la enfermera siguió observando embriones, óvulos y espermatozoides tomando un papel de científica muy claro: observar el estado del embrión y avisar a Edwards cuando estaba listo para ser transferido.

Martín H. Johnson y Kay Elder encuentran tras su análisis que “aunque Edwards aportó la estimulación intelectual y Steptoe las habilidades clínicas, es discutible que sin el enfoque sistemático y las contribuciones dedicadas de Purdy, el proyecto en Oldham podría haber fracasado”.

Fecundación in vitro

Y a todo esto, ¿qué logró el equipo de investigación? Claro, bebés, pero ¿cómo? Resulta que tras los resultados de Anne McLaren con los ratones, Robert G. Edwards y Patrick Steptoe —pionero de la laparoscopia— buscaron lo mismo pero en humanos, es decir, extraer un óvulo, fecundarlo fuera del cuerpo con espermatozoides y volver a implantarlo en el útero de la mujer con éxito, de forma que el embrión, se desarrollase y el embarazo llegase a término con éxito. Esto como tratamiento para aquellas parejas en las que el problema de fertilidad se debe a que el esperma y el óvulo no logran encontrarse dentro del cuerpo.

La idea derivó en estudios clínicos luego de que Edward lograse la fertilización en placas de cultivo celular y de que comprendiese el ciclo de vida de los óvulos humanos, tales como su maduración en relación con diferentes hormonas y los momentos en que los óvulos son susceptibles a los espermatozoides fertilizantes. Además, el científico identificó las condiciones en que el esperma se activa y puede fertilizar. Por ello fue que al analizar los niveles hormonales de los pacientes, pudieron determinar el mejor momento para la fertilización y maximizar las posibilidades de éxito.

El primer gran resultado fue la bebé Louise Brown, luego de ello el equipo siguió perfeccionando la tecnología implicada en la fertilización in vitro. Cabe destacar que la mayoría de los trabajos se realizaron con una donación privada ya que el gobierno decidió no financiar estas investigaciones por lo controvertidas que eran.

Posteriormente, Edwards, Steptoe y Purdy establecieron la Clínica Bourn Hall en Cambridge, el primer centro del mundo para dicha terapia. Para 2010, cuando el premio Nobel por este logro se otorgó a Edward, ya habían nacido cuatro millones de personas con este método.

Jean Purdy era la responsable del cuidado de los embriones, y cuando sucedió la concepción de Louise Brown, Purdy fue la primera en observar las células del embrión dividiéndose, con lo cual describió la formación temprana del blastocisto humano. También fue la encargada de transferir ese incipiente embrión en estado de blastómero (ocho células) al útero de su madre para que continuase su desarrollo.

“Una madre” anónima, una muerte prematura y una placa azul que demoró

Siempre fue conocido que Purdy, Edwards y Steptoe fundaron la Bourn Hall Clinic para formar a los profesionales que querían aprender y perfeccionar la fertilización in vitro, sin embargo fue casi oculta la importancia del trabajo de Jean Purdy.

Si algo fue elemental para que su nombre comenzara a asociarse con esta técnica médica fue el momento en que se hizo publico que Edwards intentó en numerosas ocasiones que el aporte de la joven investigadora quedase plasmado en una decena de homenajes; por ejemplo, en más de una ocasión escribió a la Agencia de Salud de Oldham para que el nombre de Purdy fuese incluido en una placa conmemorativa por los logros de la fertilización in vitro del hospital Kershaw Cottage, el mismo donde nació Louis Brown, sin embargo el nombre de Purdy fue omitido. Dicha situación fue la misma durante homenajes de otros hospitales. De hecho, la placa en Bourn Hall, donde trabajó Purdy con mayor intensidad, y descubierta en julio de 2013, no menciona a la enfermera.

Fue hasta el año 2015, cuando la Royal British Biology Society reemplazó la placa anterior del hospital hospital Kershaw Cottage por otra con el nombre de los tres investigadores.

Uno de los argumentos que Edwards presentó a la agencia fue que Jean Purdy viajó a Oldham durante 10 años para el proyecto. El reconocimiento de sus colegas quedó plasmado en el libro de ambos titulado “A Matter of Life”.

Un obituario de Purdy publicado en The Times, que se cree fue escrito por Edward, indica que Jean Purdy “contribuyó mucho al establecimiento de la ética del cuidado embrionario tan esencial para el desarrollo de tratamientos de parejas infértiles … Participó en el examen detallado de los núcleos embrionarios … Tristemente la extrañarán … sobre todo los pacientes”.

En general, los reconocimientos oficiales a la figura de Jean Purdy han sido escasos y todos los pocos que se pueden encontrar son tardíos. Una de las memorias que la recuerda quedó en el blog del profesor Roger Gosden “Dear Jean”, en el cual señala:

“Estabas satisfecha con que Bob y Patrick fueran los testaferros. Bob pasará a la historia como un pionero científico… ¿Alguna vez te importó ponerte a la sombra de Bob Edwards? Fue generoso con los elogios, saludándote como la tercera pionera de la FIV junto a Patrick Steptoe y él mismo, pero como asistente de un famoso científico y ginecólogo ( y siendo mujer) no tenías mucha visibilidad con los biógrafos y la prensa”.

Roger Gosden

Fuentes:

  1. Esterilidad
  2. Más de ocho millones de nacimientos por fecundación in vitro en 40 años desde la primera ‘bebé probeta’
  3. La fecundación in vitro: Louise Brown, a cuatro décadas de su nacimiento
  4. Jean Purdy, la madre (científica) olvidada de la primera ‘bebé probeta’
  5. The Oldham Notebooks: an analysis of the development of IVF 1969–1978. V. The role of Jean Purdy reassessed
  6. The Nobel Prize in Physiology or Medicine 2010 to Robert G. Edwards for the development of in vitro fertilization

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