Decimos que “hablamos cierto idioma” y no que “sabemos cierto idioma” cuando nos referimos a nuestra lengua nativa. “Hablo español”, tal frase supone que sentimos nuestra lengua materna como parte de lo que somos, algo que adquirimos a muy temprana edad, absorbemos de nuestro entorno y simplemente desarrollamos como una cualidad de nuestra especie. Quizá hablamos así de nuestra lengua natal debido a lo natural que nos parece adquirirla, un proceso del cual desconocemos ciertos elementos, pero sobre el cual los estudios y las teorías crecen.
La lengua materna es el primer idioma que aprendemos durante la infancia, esta se convierte en un instrumento para comunicarnos y para pensar. De ahí que la diversidad de lenguas enriquezca de ideas y belleza a nuestras sociedades.

En El Aleph, Jorge Luis Borges escribió: “Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?”; así se pregunta cómo usar el lenguaje, pero, aunque un poco vedado, también nos cuestiona sobre cómo logramos compartir y transmitir. Como se quiera ver, la duda puede ser poética o factual.
Desde el Laboratorio de Psicolingüística, de la Facultad de Psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México, la psicóloga Natalia Arias Trejo y sus colegas indagan la parte factual, aquella que empieza con la adquisición temprana de la lengua materna, también se interesan en el procesamiento numérico de los desarrollos típicos o atípicos. Sus experimentos, indica la investigadora, se centran en “estudiar sistemáticamente cuáles son aquellos procesos necesarios para adquirir una lengua”.
Entre los elementos básicos que indagan están los morfemas —unidad más pequeña de la lengua que tiene significado léxico o gramatical—de número, género y plural, partículas que no aprendemos en la escuela, pero de las cuales se puede obtener información sobre cómo se procesan a nivel cerebral, esto para desarrollarlas mejor en nuestras sociedades o para planificar cómo subsanar faltas. “Para que tú puedas implementar un programa educativo o un cambio educativo necesitas información, necesitas que la ciencia haya hecho previamente, o a la par, estudios”, indicó la investigadora.

Sobre el arranque nada está escrito sobre piedra
Podemos pensar que aprendemos solo por imitación, pero para algunos científicos esta idea no explica toda la travesía que representa el desarrollo del lenguaje, en parte porque más allá de repetir palabras somos capaces de producir oraciones nunca antes escuchadas y de hacerlo sin conocimiento explícito de reglas.

Natalia Arias Trejo, quien también es profesora de la Facultad de Psicología, explica que sobre la adquisición destacan dos corrientes de estudio. Una iniciada por investigadores como Noam Chomsky y que supone la existencia de un mecanismo innato que nos permite aprender la lengua, «algo llamado dispositivo que se activa a través del ejemplo». Dicha teoría contempla que muchas de las pautas necesarias para una gramática correcta no son reguladas por agentes externos, sino por quienes aprenden la lengua, o sea que no se nos corrige tanto cuando estamos aprendiendo nuestra lengua como podría sospecharse y sin embargo terminamos por hablarla.
Otra corriente señala que el aprendizaje de la lengua materna se debe enteramente a la crianza y las experiencias que vive el ser humano desde antes del nacimiento. La evidencia empírica sobre este planteamiento incluye experimentos con bebés que responden de forma diferenciada al lenguaje de la madre y a aquellos que estructuralmente suenan muy diferentes.
Nuevas teorías, indicó la coordinadora del Laboratorio de Psicolingüística, tratan de conciliar ambas ideas; es decir la evidencia biológica y la del aprendizaje, planteando que tenemos de forma innata la capacidad, pero que esta se desarrolla con la exposición a la lengua materna.
Primeras conquistas rumbo a las primeras palabras
La adquisición de un lenguaje es un proceso complejo, en la infancia adquirimos estructuras y palabras que nos acompañan toda la vida. Arias Trejo comenta que al inicio, niñas y niños usan una estrategia conocida como aprendizaje estadístico, ¿qué significa esto? que podemos notar patrones en el lenguaje de quienes nos rodean.
Por ejemplo, a edades tempranas seguimos la pista que dejan las personas adultas cuando enfatizan ciertas palabras al final de una oración, en particular palabras que desean que aprendamos; tras ver el patrón terminamos por capturarlas en nuestro vocabulario. También notamos el orden que usan en la construcción de sus frases, algo conocido como reglas sintácticas y que abarca cómo se construyen oraciones con frases y frases con palabras.

Con esta estrategia, indicó la especialista, los bebés también detectan los patrones de fonemas en el habla continua de los adultos, con ello logramos distinguir qué sonidos del lenguaje puede ir juntos y cuáles no; de a poco entendemos cómo se pronuncian, o sea comprendemos reglas fonológicas.
Además de entender la armonía de consonantes, al inicio de este proceso vivimos la simplificación de consonantes, el ensordecimiento de consonantes finales y la expresión de consonantes iniciales, entre otros asuntos que nos facilitan el proceso. De modo que adquirir el lenguaje supone dominar cómo se construyen palabras con las unidades gramaticales más pequeñas que la palabra.
Las etapas de la adquisición del lenguaje parecen seguir un orden: primero viene el llanto, luego sonidos vocales como aah, ee y ooh; alrededor de los seis meses de edad, el bebé comienza a producir series de pares de consonantes y vocales como boo y da, de a poco, aprende a separa los sonidos del habla importantes del lenguaje en cuestión.
A la edad de un año o un año y medio, por lo general el o la bebé pronuncia palabras sueltas tratando de asociarlas a significados, estas se vinculan con sujetos, verbos o adjetivos; aquellas palabras que tienen funciones, como algunos conectores (y, ante o de), vendrán después.

Alrededor de los dos años las oraciones comienzan a revolotear en nuestro lenguaje, suelen ser cortas o simples, pero ya tienen atisbos importantes de estructura. Luego logramos oraciones más largas en las cuales se comienzan a ver palabras de función y de apoco las oraciones toman complejidad; con el tiempo, se acumula más vocabulario y se nota el dominio de reglas sintácticas, lo cual expone el dominio del lenguaje.
Experimentos y encuentros a la mexicana

Como vemos, son muchas las partes que componen algo que parece tan natural como hacernos de nuestra lengua materna. Estos bloques se pueden estudiar por partes y a profundidad mediante diversos experimentos. Natalia Arias explicó que dado que estos se realizan con infancias se tienen métodos que implican acciones posibles de medir en estas edades.
Por ejemplo, se usa el patrón de succión que tienen los más pequeños desde recién nacidos para evaluar su respuesta al lenguaje materno; con niños más grandes se evalúan elementos más complejos como la atención a ciertos patrones y suelen usar cámaras para monitorear su comportamiento. En ocasiones, a los niños les presentan videos, sonidos o la voz de sus madres, a la par que se evalúan sus reacciones para un elemento en específico.
Entre otra cosas, en el Laboratorio de Psicolingüística han evaluado si los gestos que emiten las madres se relacionan con el crecimiento del vocabulario “en una tarea de lectura conjunta, que utilizan no solamente el gesto para dirigir o señalar un objeto del lugar, sino también para ir acompañando la lectura, vimos que las mamás que usaban diferentes tipos de gestos o también para simular algo que el personaje hizo, tendían a tener hijos con más gestos”. Así mismo encontraron que existe una correlación positiva entre el número de gestos que la madre realizó y la cantidad total de palabras distintas que produjo el infante.
También han estudiado a jóvenes con síndrome de Down, en particular su comprensión del lenguaje, esto luego de identificar que suele carecer de elementos, como aquellos que marcan el plural o son preposiciones. Entre sus investigaciones encontraron que “su capacidad de entender el singular contra el plural es parecida al desarrollo típico”.
En otras investigaciones de este laboratorio mexicano han identificado que los bebés tienen una habilidad destacada para hacer una asociación exitosa entre dos palabras nuevas y dos animales nuevos cuando se les dan dos pistas gramaticales disponibles, como número y género.
Otras partículas del lenguaje que han evaluado son el conocimiento de las y los bebés de las terminaciones de las palabras que denominan objetos plurales, así como su uso de artículos indefinidos para localizar objetos, algo que sucede desde los 24 meses de edad.

Retos al estudiar la adquisición del lenguaje
La investigadora indicó que tanto en México como en otros países han identificado que muchos participantes de los estudios son de clase media, situación que deriva en una baja representación de las personas más pobres de las sociedades. Algo que además de limitar el alcance de los estudios, también complica el derecho a la información, pues durante la participación en estos estudios se brinda mucha información a madres y padres, “generalmente resolvemos algunas de sus dudas con respecto a la adquisición de la lengua”.
El que se excluyan algunos núcleos socioeconómicos, posiblemente bajos, es una falta importante para la sociedad provoca pérdidas para ciertos sectores, por ejemplo el no tener un espacio para enterarse del desarrollo de sus hijos e incluso ser canalizados cuando se requiere.
Fuentes:
- Lengua materna
- Laboratorio de Psicolingüística
- Natalia Arias-Trejo
- Noam Chomsky
- What is psycholinguistics?
- What is Language Acquisition?
- How do children acquire language? Do parents teach their children to talk?
- Los gestos deícticos y su impacto en el lenguaje productivo de infantes
- El papel de la morfología en el aprendizaje de palabras en infantes de dos años
- Tesides, Narices y Gatos: el Conocimiento de los Infantes sobre las Terminaciones del Plural
- La Manzana o el Manzano: Uso de Marcadores de Género para Identificar Objetos