La crisis climática actual causa presión en la estabilidad de los ecosistemas, situación que provoca la pérdida de especies; el destrozar los ensambles de la biodiversidad alienta la propagación de plagas, con estas, el ciclo de pérdidas se agudiza. Justo esto le sucede a los corales en el Caribe, pues la pérdida de sus comunidades desestabiliza sus ecosistemas y les coloca ante el riesgo de más pérdidas, a esto se suman amenazas puntuales como el síndrome blanco, enfermedad que arrasó con los corales mexicanos en año y medio.
Investigadores del Laboratorio de Biodiversidad y Conservación de Arrecifes (Barco Lab)(1) han realizado múltiples levantamientos de datos entre 2018 y 2020 para seguir la pista y el progreso del brote del Stony Coral Tissue Loss Disease (SCTLD, por sus siglas en inglés), enfermedad que en México fue nombrada como Síndrome Blanco (SB).
A inicios de 2021, el grupo de investigación mexicano Barco Lab publicó(2) un artículo sobre los efectos de esta enfermedad en las comunidades de coral en Cozumel destacando que se extendió por todo el suroeste de la región en solo dos meses y alcanzó la peor situación tras cinco meses de afectaciones. Para el verano de 2019 la mayoría de los corales afectados habían muerto. Debido al SB, y aunado a otros estresores que afectan a los arrecifes el 46 por ciento de la cobertura se perdió entre 2018 y 2019.

Esta enfermedad se identificó por primera vez en los arrecifes de Florida en 2014, y durante el verano de 2018 se realizó el primer reporte en México, en Puerto Morelos. A partir de esto Barco Lab reportó(3) que se extendió rápidamente por el Caribe mexicano. De manera más reciente, científicos del Perry Institute for Marine Science señalaron(4) que la propagación inicial de esta enfermedad, al menos en las Bahamas, podría deberse a las aguas de lastre de los barcos comerciales.
La maestra en ciencias Nuria Estrada Saldivar, quien es técnico por proyecto en Barco Lab, grupo que además forma parte de la Unidad de Sistemas Arrecifales de la Universidad Nacional Autónoma de México, indicó que la alta letalidad de esta enfermedad se debe a que «su tasa de avance es muy rápida, pudiendo acabar con colonias de dos metros en cuestión de semanas». En el portal de internet del laboratorio advierten que en pocas semanas esta afección puede matar corales que tardaron décadas o siglos en crecer.
Esta infección se da en múltiples especies de corales duros al mismo tiempo, con mayor fuerza daña a los denominados corales cerebro. La maestra en ciencias señaló que lo que caracteriza a este síndrome es la rápida pérdida de tejido, que va exponiendo el esqueleto blanco de los corales: “en una colonia aparentemente sana empezábamos a notar pequeñas manchas blancas, es decir, tejido decolorado, acompañado del desprendiemiento del tejido”.

Detalló que “una colonia enferma empieza a tener lesiones en forma de círculos o bandas, que es como una línea blanca del esqueleto expuesto. Esta enfermedad puede presentar una lesión o distintas lesiones multifocales”.
Por ahora, se conoce que este síndrome afecta a más 20 especies de corales pétreos, incluidas especies altamente importantes para la formación del arrecifes y especies en peligro de extinción que están referidas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Relación simbiótica y ensambles debilitados
La existencia de los corales se soporta en una relación simbiótica de tipo mutualista, en la que distintos organismos dependen de otros para vivir. En este caso la relación es entre el coral y ciertas microalgas, estas últimas brindan color a las estructuras de los corales, estos cuerpos del coral resultan del calcio que los pólipos del coral toma del agua y transforma en esqueletos de carbonato de calcio.
Estos animales modulares compuestos por miles de pólipos, que es la unidad más pequeña que conforma toda la colonia, son para la maestra Nuria Estrada «organismos complejos, pues son a la vez un animal que secreta un esqueleto de carbonato pero dependen de su simbionte, de un alga, son relaciones muy complejas, así como todo el hábitat que crean y las relaciones que se desarrollan a partir de estas estructuras, por ello siempre estamos aprendiendo cosas nuevas de ellos».
La mayoría de esas relaciones son también las razones que hacen tan importantes a este animal, por ejemplo, el brindar protección contra la erosión a las costas, así como el ser un sitio adecuado y seguro para el desove y protección de peces. De hecho, algunas estimaciones refieren que aunque estos animales marinos ocupan menos del uno por ciento de la superficie oceánica, son refugio y proveedores de alimento para el 25 por ciento de la vida marina. Además, dado su alto atractivo turístico son de importancia económica para los países que habitan.
La causa de esta enfermedad es desconocida, la maestra en ciencias Nuria Estrada indicó que distintos estudios apuntan la presencia de “bacterias oportunistas, pero también se ha hablado de patógenos que podrían estar afectando al simbionte, debilitando al coral”.

También destacó que: «En la época actual del cambio climático los corales se encuentran en estrés constante, porque estaban acostumbrados a cierto tipo de temperatura, de pH y sin nutrientes, si los sacas de este umbral donde ellos están cómodos y felices obviamente se empiezan a estresar y son más vulnerables. En México no hemos encontrado que la elevada temperatura tenga una correlación con la enfermedad, no vimos que aumentaron los casos, pero algunos estudios de Florida sí señalan una relación entre la temperatura y la enfermedad”.
En su último reporte para el caso de Cozumel, Barco Lab señala que a pesar de que 15 por ciento de colonias de coral monitoreadas estaban blanqueadas, a finales de 2019, muchas comunidades, afectadas también por el síndrome blanco, pudieron sobrevivir y recuperarse de este evento.
En el blanqueamiento, los corales se estresan por el aumento de la temperatura y expulsan las algas simbiontes que tienen, por lo que pierden color, aunque el tejido sigue vivo, con el síndrome blanco se despega el tejido, lo cual deja libre y frágil al esqueleto. El pronóstico es peor con esta última enfermedad.
Pese a que no se tiene identificada una causa puntual sospechan de bacterias y dada esa sospecha que es fuerte, tanto en Florida como en México, han tratado a algunos corales con antibióticos; pero, a pesar de los esfuerzos para detener esta enfermedad, la mala calidad del agua sigue siendo una preocupación constante junto a la destrucción de hábitats costeros y las mareas marrones por la descomposición del sargazo.
La investigadora indicó que “lo que es claro es que son como nosotros, si tenemos las defensas bajas y vamos a un lugar contaminado es más probable que nos enfermemos; en ese sentido, la contaminación, el incremento de los nutrientes provenientes de la costa y el aumento de la temperatura son factores que vulneran a los corales y estos los pueden hacer susceptibles a enfermedades”.

También destacó que en el Laboratorio de Biodiversidad Arrecifal y Conservación de la UNAM han evaluado con diversos proyectos la condición de la comunidad coralina en Quintana Roo, «uno de ellos fue gracias a un proyecto de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), donde nos dedicamos a evaluar muchos arrecifes de Quintana Roo, desde isla Contoy, que es el norte de la costa de Quintana Roo hasta Xcalak, que es el sur del estado”. Las evaluaciones de las comunidades coralinas se realizaron con la metodología AGRRA.
Tras bucear estas zonas notaron que existen especies más susceptibles que otras, por ejemplo el coral pilar (Dendrogyra cylindrus), de por sí considerada una especie rara, casi imposible de ver y que ha perdido el 98 por ciento de sus poblaciones. De igual manera el coral laberinto (Meandrina meandrites) sufrió pérdidas del 94 por ciento; otras especies muy lastimadas son el coral flor suave (Eusmilia fastigiata) con 79 por ciento de pérdida y el coral cerebro (Pseudodiploria strigosa) simétrico con 49 por ciento menos.
Entre las malas noticias destaca una buena. La investigadora indicó que en el arrecife de la Reserva de la Biosfera de Banco Chinchorro, al menos hasta enero de 2020, que es la última fecha en que pudieron acudir a hacer monitoreo antes de la pandemia, “no había rastros de la enfermedad y encontramos colonias del coral pilar en buen estado de salud y abundantes. De ahí en fuera los arrecifes de la costa no se encuentra mucho este coral”.

Una historia muy diferente es la del coral cerebro de valles amplios, del cual se perdió el 76 por ciento de sus poblaciones en referencia a datos de sus comunidades tomados antes de la enfermedad, que es la forma en que calcularon el grado de afectación, es decir, revisando datos anteriores de los arrecifes de Quintana Roo con lo últimos hechos en los más de 32 sitios a lo largo del Caribe mexicano.
En su artículo sobre Cozumel, Barco Lab señala que las colonias de coral cuyo grado de susceptibilidad era alto estaban sanas hasta julio de 2018, pero que en 2019 aumentaron las enfermas y aunque el suroeste fue entre los últimos afectados esta situación se extendió muy rápido. Esta zona es uno de los sitios de buceo turístico más populares del Caribe.
Protección necesaria y pendiente
Desde 1996 los arrecifes de Cozumel se declararon como Parque Nacional y quedaron bajo el resguardo de la CONANP, se trata de los más complejos y mejor conservados del Caribe, por ello, desde que fue reportada la afectación por el síndrome blanco, se trabajó desde México en un Plan de Acción, en el cual instituciones académicas y gubernamentales planificaron guías sobre cómo responder ante esta amenaza.
Nuria Estrada destacó que la afectación al turismo a largo plazo será latente con la pérdida de corales, por lo que en Cozumel se actúo con brigadas para tratar a los corales con antibióticos, lo cual es un esfuerzo enorme con un costo significativo pues las comunidades son grandes y emblemáticas.
Otras acciones de instituciones como INAPESCA se dirigieron más al resguardo de colonias y fragmentos, “rescataban colonias emblemáticas o pedazos y los llevan a su acuario para cuidarlos y resguardarlos. En Puerto Morelos pudieron colectar fragmentos de un coral pilar de seis metros de ancho y 1.5 de altura antes de que la enfermedad llegara, ahora la tienen en sus acuarios y siguen creciendo saludables, en un futuro, si las condiciones mejoran, la intención es regresarlas poco a poco al arrecife”, puntualizó.
La investigadora de Barco Lab también indicó que, actualmente, en Puerto Morelos el número de colonias enfermas es bajo en comparación con el inicio de la enfermedad. Sin embargo, la protección desde distintos frentes, como el monitoreo y el restablecimiento de condiciones ecosistémicas siguen pendientes y no se pueden descuidar.

Cómo parte del día del Sistema Arrecifal Mexicano, la Iniciativa Arrecifes Saludables acota en su informe(5) de avances de 2021 —el cual evalúa los esfuerzos que los países del sistema arrecifal mesoamericano (México, Belice, Guatemala y Honduras) hacen para gestionar el manejo sostenible de arrecifes de coral—, que México tiene un 64 por ciento de avance en las 28 acciones recomendadas para mantener saludables los arrecifes.
Por otro lado, en temas como el saneamiento y tratamiento de aguas residuales el avance es de 46 por ciento siendo las deficiencias en los estándares por manejo y tratamiento así como la infraestructura para tratamiento en los últimos cinco años los puntos con peor avance. Aun así, la disponibilidad de información compuesta de la condición del sistema coralino y amenazas así como el monitoreo y manejo estandarizado son dos de las acciones con más fuerza en México.
Los integrantes de la Iniciativa Arrecifes Saludable también acusan que en su informe anterior, el de 2016, pedía “urgentemente una implementación más rápida de las acciones de gestión, pero la tasa de implementación de estas acciones ha disminuido y los arrecifes han sufrido. La puntuación general del Informe Regional aumentó en un 2 por ciento por año de 2011 a 2016, pero se redujo a 1 por ciento por año a partir de entonces, a pesar de nuestras llamadas de atención en cada Informe y Reportes de Salud del SAM sobre la urgencia de implementar estas acciones, necesarias si de verdad queremos proteger nuestro arrecife”.

Además, dejan en claro que: “El Arrecife Mesoamericano enfrenta muchas amenazas que se intensifican rápidamente, por lo que nuestras medidas de protección también deben aumentar.”
Respecto al informe de avances de este año, la coordinadora para México, Mélina Soto, dijo para la organización Healthy Reefs que: “México está haciendo grandes esfuerzos en varios temas hacia prácticas más sustentables y adaptación al cambio climático. Sin embargo, la creciente brecha financiera y la falta de participación del sector privado reduce nuestros impactos positivos, nuestro tratamiento de residuos sigue siendo un tema urgente a abordar”.
Fuentes:
(2)https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmars.2021.632777/full